En otra entrada se han expuesto las referencias bíblicas del apellido BENAYAS que le dan una antigüedad de 3000 años y le entroncan con un lejano pasado de las tribus semitas palestinas.
Lo singular es que, tambien, hace 400 años es recogida su presencia en el “Don Quijote de la Mancha” de Cervantes.
Es decir que el apellido Benayas está conectado, al tiempo, con dos de los libros sagrados de la humanidad. Por un lado, a través de la Biblia con "las tres religiones del libro": judía, cristiana, musulmana. A través de El Quijote con la cultura y la literatura universal.
Aparece en el capítulo III de EL QUIJOTE “donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero”.
“Hecho esto, mandó a una de aquellas damas que le ciñese la espada, la cual lo hizo con mucha desenvoltura y discreción, porque no fue menester poca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias; pero las proezas que ya habían visto del joven caballero les tenía la risa a raya. Al ceñirle la espada dijo la buena señora: Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le de ventura en lides.
Don Quijote le preguntó como se llamaba, porque él supiese de aquí adelante a quién quedaba obligado por la merced recibida, porque pensaba darle alguna parte de la honra que alcanzara por el valor de su brazo. Ella respondió con mucha humildad que se llamaba la Tolosa, y que era hija de un remendón de Toledo, que vivía las tendillas de Sancho Bienaya y que dondequiera que ella estuviese le serviría y le tendría por señor”.
Hasta aquí la reproducción de El Quijote. Pero ¿quien era ese señor Sancho Bienaya? Pues según los comentarios de Diego Clemencín, uno de los mejores conocedores de El Quijote, un rico hacendado descendiente de un mozárabe relevante que sirvió de testigo en un privilegio despachado por el rey Don Alfonso VIII en año 1193.
Dice la nota al pié de página de El Quijote[2]:
“Según el doctor Pisa en su Historia de Toledo, hubo en aquella ciudad una plaza muy antigua de tiendas que se nombraba de Sancho Minaya o Bienaya.
Es sumamente verosímil que este apellido es el patronímico árabe de Benhaya o Ben Yahia, hijo de Yahia, que pudo conservarse entre los muzárabes. Y, con efecto, el doctor Salazar de Mendoza, en su libro del Origen de las Dignidades de Castilla, hace mención de la familia de los Benayas de Toledo (lib. II, cap. IX), Pellicer discurre que acaso dio nombre a aquella plazuela Sancho Benhaya, que, con otros toledanos, sirvió de testigo en un privilegio despechado en Madrid por el Rey Don Alfonso VIII en año 1193 a favor de diferentes vecinos de Jumella.”
Si, según esta cita de El Quijote, un Benayas participó como testigo en un privilegio como el descrito, conectado con la familia real, es facil imaginar que tambien lo fue en otros.
Ese testimonio, esa otra conexión, se muestra en el trabajo de Balbina Martinez Caviró[1] dedicado a estudiar el linaje de la familia toledana de Esteban Illan“que dejó huella en el arte toledano y empezó a tener entidad histórica indiscutible a partir del segundo tercio del siglo XII”.
Los Illán ocuparon a lo largo de generaciones puestos destacados de carácter civil y religioso en el Toledo bajomedieval, y su amplísima descendencia, en unos casos ilustre y en otras decadente, va emparentando con otras familias mozárabes, como las de los Lampader, los Gudiel y los Cervatos, y posteriormente con nuevos linajes afincados en la ciudad. Entre ellos el de los López de Ayala y el de los Silva.
Los documentos que atestiguan sus labores y su presencia nos van a permitir descubrir la huella de Sancho Benayas en Toledo, hace 830 años. Algo que se relata en otro documento que se incorpora a este blog.
[1] Ver “Una familia que dejó huella en el arte toledano: El linaje de Esteban Illan, de Illan Petrez a Gonzalo Petrez Gudiel” Un trabajo de Balbina Martinez Caviró en el Instituto de Valencia de Don Juan.
[2] Edición IV CENTENARIO. Ilustraciones de Gustavo Doré, comentada por Clemencín
Lo singular es que, tambien, hace 400 años es recogida su presencia en el “Don Quijote de la Mancha” de Cervantes.
Es decir que el apellido Benayas está conectado, al tiempo, con dos de los libros sagrados de la humanidad. Por un lado, a través de la Biblia con "las tres religiones del libro": judía, cristiana, musulmana. A través de El Quijote con la cultura y la literatura universal.
Aparece en el capítulo III de EL QUIJOTE “donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero”.
“Hecho esto, mandó a una de aquellas damas que le ciñese la espada, la cual lo hizo con mucha desenvoltura y discreción, porque no fue menester poca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias; pero las proezas que ya habían visto del joven caballero les tenía la risa a raya. Al ceñirle la espada dijo la buena señora: Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le de ventura en lides.
Don Quijote le preguntó como se llamaba, porque él supiese de aquí adelante a quién quedaba obligado por la merced recibida, porque pensaba darle alguna parte de la honra que alcanzara por el valor de su brazo. Ella respondió con mucha humildad que se llamaba la Tolosa, y que era hija de un remendón de Toledo, que vivía las tendillas de Sancho Bienaya y que dondequiera que ella estuviese le serviría y le tendría por señor”.
Hasta aquí la reproducción de El Quijote. Pero ¿quien era ese señor Sancho Bienaya? Pues según los comentarios de Diego Clemencín, uno de los mejores conocedores de El Quijote, un rico hacendado descendiente de un mozárabe relevante que sirvió de testigo en un privilegio despachado por el rey Don Alfonso VIII en año 1193.
Dice la nota al pié de página de El Quijote[2]:
“Según el doctor Pisa en su Historia de Toledo, hubo en aquella ciudad una plaza muy antigua de tiendas que se nombraba de Sancho Minaya o Bienaya.
Es sumamente verosímil que este apellido es el patronímico árabe de Benhaya o Ben Yahia, hijo de Yahia, que pudo conservarse entre los muzárabes. Y, con efecto, el doctor Salazar de Mendoza, en su libro del Origen de las Dignidades de Castilla, hace mención de la familia de los Benayas de Toledo (lib. II, cap. IX), Pellicer discurre que acaso dio nombre a aquella plazuela Sancho Benhaya, que, con otros toledanos, sirvió de testigo en un privilegio despechado en Madrid por el Rey Don Alfonso VIII en año 1193 a favor de diferentes vecinos de Jumella.”
Si, según esta cita de El Quijote, un Benayas participó como testigo en un privilegio como el descrito, conectado con la familia real, es facil imaginar que tambien lo fue en otros.
Ese testimonio, esa otra conexión, se muestra en el trabajo de Balbina Martinez Caviró[1] dedicado a estudiar el linaje de la familia toledana de Esteban Illan“que dejó huella en el arte toledano y empezó a tener entidad histórica indiscutible a partir del segundo tercio del siglo XII”.
Los Illán ocuparon a lo largo de generaciones puestos destacados de carácter civil y religioso en el Toledo bajomedieval, y su amplísima descendencia, en unos casos ilustre y en otras decadente, va emparentando con otras familias mozárabes, como las de los Lampader, los Gudiel y los Cervatos, y posteriormente con nuevos linajes afincados en la ciudad. Entre ellos el de los López de Ayala y el de los Silva.
Los documentos que atestiguan sus labores y su presencia nos van a permitir descubrir la huella de Sancho Benayas en Toledo, hace 830 años. Algo que se relata en otro documento que se incorpora a este blog.
[1] Ver “Una familia que dejó huella en el arte toledano: El linaje de Esteban Illan, de Illan Petrez a Gonzalo Petrez Gudiel” Un trabajo de Balbina Martinez Caviró en el Instituto de Valencia de Don Juan.
[2] Edición IV CENTENARIO. Ilustraciones de Gustavo Doré, comentada por Clemencín