martes, julio 04, 2006

Los Mozarabes en el Toledo del siglo XII: el entorno de los BENAYAS



A pesar de su presencia en LA BIBLIA que garantiza un remoto origen semita y judío, el apellido BENAYAS tiene tambien una potente rama mozarabe radicada en Toledo hace 1.000 años aprximadamente.

Su localización en Toledo, alrededor del pueblo de Novés, corresponde a una ascendencia mozarabe. Pero ¿qué significa el vocablo mozárabe?
Mozárabe procede de mixtiarabes que equivale a “casi árabes" o mejor "los cristianos que como árabes viven” según describió Sebastían de Cobarruvias en el castellano antiguo vigente un poco antes de la expulsión de los moriscos.(1609)

“Quando los moros ganaron a España, entre los demás christianos que quedaron entre ellos, los de Toledo alcanzaron seis yglesias de la ciudad que les dexaron libres, en las quales celebravan los divinos oficios y recibían los Santos Sacramentos. En este tiempo usavan el rezado que ordenó el bienaventurado San Isidoro, y la misa que por averia conservado éstos se llamó después oficio y missa mozárabe. Pues como estos tales christianos estuviesen mezclados entre los moros, llamáronlos mixtiarabes, eo quod cum arabibus viverent.

Después de recobrada la ciudad de Toledo de los moros, se continuó y conservó la memoria destos mixtiarabes, corrompido el vocablo en mozárabes"

Las referencias históricas a los Benayas se remontan al siglo XII, es decir que se situan en el Toledo recien reconquistado. Recordemos que Toledo había sido ganada para los reinos cristianos por Alfonso VI en 1085.

En otro texto de este blog se analizan documentos en los que se testifica la existencia de un Benayas en Toledo alrededor de 1150. Pero merece la pena dedicar unas lineas a comprender el contesto histórico de esa existencia.

A pesar de haber sido tomada en 1085, Toledo sufre cuarenta años despues, en 1128, el ataque de los almorávides, con su "rey Texufin" a la cabeza, quien llegó hasta el castillo de San Servando.

Reina Alfonso VII que entró en Toledo en 1139 y era llamado el Emperador, hijo de doña Urraca, a su vez hija y sucesora de Alfonso VI.

Alfonso VI mantuvo ciertos privilegios a los mozarabes de Toledo en recompensa por haberle ayudado en la conquista de la ciudad. Esos privilegios eran, por otro lado, la continuación de las ventajas y derechos adquiridos bajo dominio musulman lo que les confería un notable prestigio entre sus vecinos.

El contesto social del Toledo de aquellos años difiere mucho, obviamente, del actual. La colonia de los francos (franceses) es numerosa en ese segundo tercio del siglo XII, hasta el punto de que disponen de un barrio propio. Gozan además de una situación privilegiada. Dominan el clero catedralicio y son aliados militares esenciales en las batallas de la reconquista, alianza que prolongaron, posteriormente, más allá de la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Es necesario recordar que es en Toledo donde, precisamente, se organiza el ejército que ha de vencer en las Navas.

El arzobispo de Toledo es el francés don Raimundo de Sauvetat que fue el fundador de la Escuela de Traductores de Toledo y sucedió al tambien francés Bernardo de Sèridac. Ambos representan el predominio de la Orden de Cluny sobre el Papado y la Iglesia. Raimundo de Sauvetat fue tambien, primer Señor de Alcalá y su Tierra, señorío obtenido a través de la donación que de la villa complutense le otorgó el rey Alfonso VII, el 10 de febrero de 1125. En 1135 concedió Fuero a los habitantes de Alcalá.

La utilización de testigos de diferentes religiónes y orígenes –judios, mozarabes, franceses...- es una “demostración palpable del polifacetismo social de Toledo en este período y de la convivencia entre el clero catedralicio, básicamente franco, y la población castellano-leonesa y mozárabe”

¿Qué tipo de acontecimientos eran los habituales que requerían de la presencia de testigos?
  • Los que afectaban a las relaciones del rey con los nobles, el obispo o las ordenes religiosas y que se referían a concesiones, herencias y privilegios.
  • Los que tenían que ver con la toma de tierras y la repoblación de pueblos fruto de la reconquista a favor de una u otra comunidad.
  • Los que derivaban de conflictos de competencias entre poderes locales. En particular, en aquellos días uno d elos litigios más significativos tiene que ver con la separación de bienes del patrimonio toledano entre las instituciones mensa capitularis y la mensa episcopalis, o sea entre los canónigos y el arzobispo.

En muchas de esos acontecimientos, cuyas circunstancias y decisiones quedaban registradas, se usaron testigos de personas cualificadas, entre las que se encontraban las grandes familias mozárabes y, entre ellas, la de los Benayas.

En todo ese periodo existe una pugna creciente entre los elementos "reconquistadores", castellano-leoneses y francos, de un lado, y la población mozárabe, de otro cuyo poder se fue progresivamente afianzando en la política y en la iglesia toledanas, a partir de los ascensos de los Illan y otras familias del patriciado mozárabe, como los Hambran o, en menor medida, los Benayas. El protagonismo mozárabe se percibe ya claramente desde comienzos del último tercio del siglo XII, a partir del reinado de Alfonso VIII, culminando cuando un mozárabe, don Gonzalo Pétrez Gudiel, descendiente del linaje de los Illán y de los Esteban Ambrán, ocupa la silla arzobispal toledana en 1280.

Mientras los patricios mozárabe se van integrando en el poder y fusionan sus intereses con los de los monarcas, inician una progresiva deserción de las viejas tradiciones, renunciando a mantener las seis parroquias mozárabes donde se continuaba practicando el viejo rito mozárabe, de origen visigótico. Las grandes familias prefieren acudir a las nuevas parroquias latinas, mejor acondicionadas, que en número de 20, se han ido creando en Toledo.

Pero ese comportamiento de las grandes familias no es seguido por otras capas sociales de origen mozárabe que participa y sostiene sus ritos. La clerecía mozárabe, de humilde extracción en general, se rebela contra el poder aplastante de la clerecía franca. Primero contra el arzobispo Cerebruno (1167-1180) y luego, en 1238, contra el dean Miguel Estébanez se producen rebeliones y conflictos que muestran la vieja pugna existente entre los canónigos de la catedral y el clero de las parroquias, básicamente mozárabe.